martes, julio 24, 2007

Poema saudoso da FaDa Nada ao DuenDe Leite

À procura da palavra exata
mais uma vez me sinto uma pata.
Só que dessa vez é pior,
porque do que devo falar é do amor.
(Joujou Ka, Surpresas Pasmantes, Ed. Psicodélia Constantino, pág 3.)

Vejam só! Num papelzinho minúsculo e transparente que achei perto da janela, li esse poema-em-prosa infeliz. Realmente achei uma bosta, mas se tratando de poesia de uma fada, pensei que seria pertinente publicá-lo.
Repito: não fui eu quem escreveu esse lixo:

Pularei a introdução onde apenas falo da minha incompetência nessa questão de poesia, e passarei direto ao assunto, pois prefiro do ovo a gema e do sanduíche o presunto.
O que me apetece nesse momento, impossível parece: é ter você do meu lado, amado namorado. Tudo nesse instante custa: rir, dormir, rimar, discutir, respirar... Mas não te assusta, querido!
Mesmo sem rima, remo o barquinho sozinha.
Rego as margaridas, brinco com a minha varinha e tomo café na cozinha. Mas, sobre tudo, levo comigo meu maior salva-vidas: que te amo e que nunca me senti mais querida.

domingo, julio 15, 2007

M#20 La miraba de afuera

Hay definitivamente algo especial en Buenos Aires, que solamente se ve de lejos. Cierto es que estoy en São Paulo hace poco más que un mes, y vengo haciendo una aburridísima vida de ama-de-casa, por lo que tampoco me preocupé demasiado en descubrirla, descubrir sus antros, a ver dónde está lo interesante en São Paulo. Al fin y al cabo, no sólo se llena esto de gente que mide todo a través de los 15 centímentros del billete, sino que esta ciudad es famosa también por su actividad artística y cultural. Para mí eso sigue siendo pura fama, pura cháchara. São Paulo es enorme y retorcida, ningún colectivo te deja directo y de ninguno te bajás antes de la media hora. Confieso que anduve un poco asustada y un poco demasiado ocupada con el mundo nuevo que se está formando puertas adentro del hogar.
Soy de esas personas que no crecen, que siguen con la misma apariencia durante años, aunque me ponga y me saque piercings, me corte el pelo, me lo tiña, aunque me vista diferente como por arte de magia porque detesto el ritual de comprarme ropa. Todos me dan al menos seis años menos de los que tengo, a veces diez. Tengo la misma cara que a los doce. Soy siempre igual, y sin embargo, cuando cambio, cambio todo. Creo que en definitiva lo que cambié es el sistema operativo de mi vida. Me pasé de Windows a Mac, pero también de peatón a motorizada, de La Boca a Campo Belo, de casa a departamento, de terraza a balcón, de solterísima a practicamente casada, de familia atomizada a familia-clan, de dar besos una vez a cada mes y medio a dar besos todos los días, de dormir sola a dormir con dos manotas que me manotean y manosean durante la noche.
Y así, cuando yo creo que lo especial de la vida está acá, en el exilio, resulta que a Buenos Aires se le da por nevar. Se le da por regalar copitos de nieve a la gente malhumorada que no saluda en lo ascensores, a los mozos que te tiran el café en la mesa como si te hicieran un favor, a los tacheros impacientes que te matan con la bocina, a los tipos que se sacan mocos en los semáforos, a la minitas que se creen más lindas porque pesan menos de 50 kilos (yo peso más, claro está), a las petisas que bailan “afro” en los recitales de percusión, a los funcionarios públicos que gritan “atrás, atrás!”, a los camita solar de alguno de los palermos, a los aparatos y aparatas que andan como muñecos por el barrio de mi hermana. Todos muertos de risa, muertos de frío. Porque lo chetos, y la mitad estaban en Las Leñas, vieron muchas veces nieve. Pero en Buenos Aires nunca jamás. Así que la sorpresa fue generalizada, no me digan que no. Y cuántos no habrá que hayan sido inspirados para una poesía blanquita, blandita como una se imagina al copo antes de agarrarlo.
Y para colmo un 9 de julio. Con la cabeza porteña, nadie dijo bueno, qué casualidad. Sino que eso es de alguna manera significativo porque en Buenos Aires todo, absolutamente todo, significa algo. Los blogs revivimos con la nieve, volvemos del abandono porque el tema urge. ALGO, algo tendrá que ver con algo. Yo pienso que Dios debe ser kirchnerista, porque si nevaba el martes, día laboral, colapsaba Buenos Aires. Eso dicen acá en los diarios, lo último, lo de Dios lo digo yo.
Yo no sé por qué habrá nevado un nueve de julio en Buenos Aires, después de 90 años. Quizá es un hecho linguístico, al fin y al cabo entre nieve y nueve hay una oposición y una diferencia de valores por culpa de una i o de una u, solamente. (Esto lo habrán notado y aprovechado los poetitas)
El hecho es que nevó y yo quería haberlo visto. Buenos Aires se las arregla como sea para que se la extrañe. Aunque no se la extraña, se la extraña. Es como la soltería, está bueno ser soltera y está bueno ser concubina, y no extraño ser soltera, pero dormía con los brazos abiertos y cagaba con la puerta abierta. Y ahora no es que no pueda (cagar con la puerta abierta, porque dormir con los brazos abiertos es imposible), pero no quiero... se imaginan que si en un mes es así, cómo será en un año, en cinco, en cincuenta. Y... estaba bueno vivir sola. Pero no voy a decir que “está bueno Bs As” porque se van a creer que yo también lo voté, lo cual no es cierto ni lo sería porque no lo votaría ni loca, aunque todavía vivo un poco en La Boca.