viernes, febrero 15, 2008

M#21 Papafrita a caballo

Léase, la papafrita soy yo, y el caballo es... ¡un reverendo hijo de potra! Para los que me creen soberbia, ya no se preocupen: me bajé del caballo (¡bah! ¡me tiró!)

Muy campante me fui por la campiña cabalgando mi caballo prestado, ensillado para carreras (¡pa' qué, por-dió, pa' qué!) Yo le tiraba pa' un lado y el caballo iba nomás, y pa' l'otro también, re-tranquilo iba el chango. Pero en un momento se sacó pirado y se mandó a correr, y yo bien igual... tranqui, galopar está chévere, todo oka, man. Pero bue, el animalejo no me frenaba, cuanto más tiraba la rienda, más al galope. Estaba como al vesre el sistema, no sé. Habremos llegado a los 250 km por hora más o menos cuando el reventado frenó sobre un alambrado y me fui volando p'adelante hasta rebotar en el alambre con mi cinturita rechoncha. Me hice un precioso moretón de 12 centímetros de diámetro arriba de la rodilla y un golpe en la cintura que ¡ay, mamita! me partió un par de músculos intercostales, según el ortopedólogo. Por suerte no me rompí nada, dice la radiografía, salvo el ego de jineta que llevo adentro y las pelotas de los que me acompañaban en mi ataque de suprema furia contra la vida, que me tira una vez más contra el piso duro (para mostrarme lo flexible que todavía soy, al fin y al cabo). Moravieja: "en la campiña, ojo al piojo, flor de piña"